jueves, 29 de abril de 2010

daño que ocacionan los plasticos al medio ambiente (residuos solidos)

el 22 de abril Día de la Tierra, una de esas fechas marcada en verde en el calendario de cada año. Una iniciativa más que debe servir para recordarnos que todos debemos colaborar en la gestión ambiental de nuestro planeta, siguiendo la famosa frase…piensa globalmente, actúa localmente…
Esa máxima deberíamos aplicarla en todas y cada una de nuestras acciones cotidianas. Una de las más habituales es ir al supermercado o a cualquier comercio a comprar, y en esa acción nos seguimos encontrando habitualmente un elemento que constituye un grave problema ambiental: las bolsas de plástico.
Hace poco se publicó un estudio en el que se ponía de manifiesto la gran cantidad de bolsas que nos rodean: en Cataluña, un país de 7 millones de habitantes, se consumen un total de 11 millones de bolsas de plástico cada semana (o lo que es lo mismo, casi 600 millones de bolsas de plástico al año). Si extrapolamos esto al resto del mundo, la cifra resultante asusta.
La mayor parte de estas bolsas acaba siendo un residuo, que en algunos casos quizá se recicle, pero en muchos otros casos, esto no es así, y acaban en un vertedero o bien incineradas, o simplemente tiradas al suelo.

Todo ello supone problemas, ya que su incineración emite gases nocivos, y si las dejamos dispersarse por el medio permanecerán ahí muchos años, debido a que no se degradan con facilidad, y contaminarán suelos, cursos fluviales y mares. No son pocos los animales que mueren asfixiados por culpa de las bolsas cada año. Además se generan incluso problemas en nuestras infraestructuras, como por ejemplo, bloqueos en alcantarillados que pueden generar inundaciones.
Además, las bolsas no sólo son problemáticas al final de su uso, sino también al inicio de su ciclo de vida, en su fabricación. Generalmente se componen de polietileno o de polipropileno, compuestos que se obtienen gracias al petróleo. En el proceso de elaboración, nuestras queridas bolsas emiten a la atmósfera una cantidad nada despreciable de toneladas de CO2 al año.
Reducir, reciclar, reutilizar…estas palabras son la clave. Reutilizar bolsas de plástico es posible, reciclarlas en parte también (contenedor amarillo)…y reducirlas en origen también, si conseguimos que dejen de ser necesarias, y por tanto no se fabriquen.
La envergadura del problema está haciendo que poco a poco proliferen iniciativas para reducir o eliminar el consumo de bolsas de plástico. Por ejemplo, en relación a los problemas de inundaciones citados antes, Bangladesh, un país muy propenso a ellas aprobó una ley que prohíbe su uso, venta y fabricación. Quizá desde una perspectiva más “verde”, en otros países también existen regulaciones al respecto: desde comunidades rurales (pequeños pueblos en Alaska, o el pueblo de Leaf Rapids en Canadá) hasta grandes urbes como San Francisco han tomado la opción de prohibir las bolsas o la están planificando. Incluso en África se toman medidas, el gobierno de Kenya realizó estudios sobre el tema.
En diversos países se cobra en caja para que te den una bolsa de plástico. Eso almenos reduce su uso desenfrenado. Incluso IKEA cobra por darte una bolsa de papel.
No resultaría difícil acabar con este problema si existe voluntad para ello. Simplemente se trata de sustituirlas por bolsas de otros materiales. Incluso existen bolsas biodegradables hechas con almidón de maíz, pero no son tan baratas de fabricar como las convencionales y eso frena su expansión.
Bolsas de papel, el clásico cesto de la compra, el carrito…hay miles de alternativas a las bolsas de plástico convencionales. Nosotros podemos cambiar esto actuando individualmente, y los gobiernos pueden ayudar proponiendo medidas efectivas que acaben con el problema. Pero, amigos…como siempre…esto será difícil…donde el petróleo está presente, el dinero está presente…y donde el dinero está presente…

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